CONTRA LA GUERRA
Las calles españolas se han llenado de miles de jóvenes en favor de la paz. De forma espontánea o mediante Internet protagonizan acciones que rompen con el tópico de la pasividad política.
Publicado en La Vanguardia, 30 de marzo de 2003,
Magda Bandera.
Hace unos meses se les llamaba “generación del botellón” y ahora, en cambio, todo el mundo confiesa su asombro al ver cómo se han movilizado masivamente en favor de la paz, señala Pablo Martínez, militante de Joves d'Esquerra Verda (Iniciativa per Catalunya): “Durante los últimos años se ha dicho que los jóvenes pasaban de la política, pero lo que sucedía realmente es que la política pasaba de los jóvenes”.
Adivinar en qué consistirá la nueva actitud de los jóvenes resulta complicado. Las juventudes de los diferentes partidos políticos españoles creen que se plasmará en las urnas, pero nadie se atreve a asegurar que así suceda. “Está claro que la gente se ha movido por motivos políticos; lo que no es tan evidente es que encuentre referentes con los que identificarse y a los que después vaya a votar”, añade Martínez, estudiante de Economía en la Universitat Autònoma de Barcelona, quien, a sus 21 años, “no había visto nunca algo semejante”.
Tampoco Manel Brinquis, secretario de organización de la Joventut Socialista de Catalunya (PSC-PSOE), había vivido una movilización comparable: “Ha quedado demostrado que la gente joven se moviliza por las cosas que le importan, pero a veces los partidos no sabemos detectar esas motivaciones”, admite.
La incógnita de las elecciones
Brinquis, que cuenta 27 años, confía en que esta movilización haga que en las próximas elecciones aumente la participación, aunque sea con papeletas en blanco. “Dentro de todas estas propuestas, también hay mucha gente antisistema, que cree que hay que mejorar la actual forma de democracia. Pero innovar es complicado. Las estructuras de los partidos son muy fuertes y cuesta mucho cambiarlas. Nosotros entendemos la disciplina de partido y podemos comprender lo que están sufriendo algunos militantes de las Nuevas Generaciones del Partido Popular en estos momentos.”
En cambio, Quimantú Segura no lo “comprende”. A sus 24 años, este responsable de la comisión de información de la Asamblea de Filología, Matemáticas e Informática de la Universitat de Barcelona, considera que la democracia española está llena de déficit y no cree que la solución esté en las urnas.
“Es una cuestión del modelo. La democracia representativa de votar a un partido cada cuatro años no funciona. La gente lo sabe desde hace tiempo, pero ahora está más claro que nunca. Por eso muchos han empezado a trabajar para crear un nuevo modelo, el de la democracia participativa. Eso es lo que hay detrás de todas estas manifestaciones contra la guerra, pero los partidos políticos quieren frenar estas reivindicaciones y potenciar únicamente el ‘Aznar, dimisión’”, denuncia este universitario, quien afirma que esta opinión es exclusivamente personal, que no habla en nombre de nadie.
Eduardo Bolaños, presidente de Noves Generacions de Barcelona, coincide en esta última parte: “Es lógico que el 91% de la población esté contra la guerra, pero no que ello se intente utilizar en contra del PP. Creemos que se está manipulando a los jóvenes”, protesta Bolaños, quien reconoce que “la gente no acaba de comprender las razones de la guerra. Pero si Aznar ha tomado esta decisión es porque tiene sus motivos. Nosotros creemos en él”.
La confianza de Bolaños en su líder choca con el último movimiento universitario, en el que nadie abandera las manifestaciones, sino que éstas se improvisan sin cesar. “La espontaneidad es deliberada. Somos conscientes de que ello puede provocar cierto caos, pero también mayor efectividad”, afirma Segura. Como ejemplo, las últimas caceroladas, que comenzaron dispersas y después se coordinaron casi mágicamente.
Así se han organizado las manifestaciones e incluso las huelgas, que se producen de forma espontánea. De repente, un grupo de cincuenta estudiantes se dirige hacia una gasolinera para chillar fuerte “No sangre por petróleo” y, al llegar, se encuentra con que otro grupo ha tenido la misma idea y para llegar hasta allí ha cortado una calle sin que ello estuviera planeado.
Las universidades se están coordinando cada vez más. “Resulta imprescindible”, explica Segura. “Antes, en los institutos, teníamos cada cual su propia clase . Pero en la actualidad, hay tantas optativas que la gente va cambiando todo el tiempo y la universidad es casi como ir a una academia de inglés. Hasta que llegó esta guerra, no nos implicábamos mucho más, pero ahora hemos visto que esa gente que se sienta un par de horas a la semana a tu lado tiene muchas cosas en común contigo y piensa lo mismo sobre la ley de Calidad de la Enseñanza, el Prestige o esta guerra.”
Foros y correos electrónicos
Para formar estos nuevos grupos también ha sido básico Internet. En los últimos tiempos, muchos alumnos participan en foros y listas de correo on line con compañeros con los que tratan más a través de la pantalla que en el pupitre o el bar de la facultad. Por otro lado, Internet ha puesto en contacto a estudiantes de facultades diferentes que antes no solían relacionarse.
Todo este nuevo fenómeno es valorado por los profesores, pero la mayoría no se atreve a analizar el movimiento, “porque es demasiado reciente”, según Dolores Rubio, profesora de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense de Madrid. “Últimamente mis alumnos preguntan más que de costumbre. Tienen ganas de saber las razones del conflicto. Esta guerra les ha movido como nada antes y protestan contra ella porque quieren. Y como quieren. No hay nadie que les manipule, sino que precisamente se quejan de que algunos intenten hacerlo”, añade Rubio.
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